-La «transa», las relaciones, la bendición de los animales, el Ball Pla y la quema de la hoguera protagonizan la fiesta del patrón de los animales

Portell ha vivido un fin de semana multitudinario con la celebración de Sant Antoni. El hecho de no haber coincidido con otras localidades de Els Ports ha propiciado que centenares de personas procedentes de otros municipios se hayan sumado a los actos organizados por los mayorales.

La jornada del sábado comenzó de buena mañana con el montaje de la «barraca», la monumental hoguera que se sostiene sobre un pino central llamado mayo. Sobre él pino central se apoyan las costillas que conforman la estructura de la hoguera que luego queda revestida con la leña o malea que han cortado mayorales y colaboradores en el monte.

Tras el montaje de la hoguera y el almuerzo para todos los colaboradores y colaboradoras las caballerias fueron aparejadas para el arrastre de las carrascas que iban a conformar la hoguera de Les Tronques, situada junto a la barraca.

En la comida se reunieron más de 400 personas, que no dudaron en tranzar y en adquirir los productos salidos a subasta.

Los actos más intensos y tradicionales se vivieron por la tarde con la lectura de la primera relación ante la ermita de la Virgen de la Esperanza. El encargado de recitarla hizo un repaso a la actualidad del pueblo de modo sarcástico. Con el sonido de las dulzainas y el tambor la comitiva ascendió hasta la plaza donde, con la presencia de Sant Antoni y l’Abueleta se recitó la segunda relación.

Acto seguido llegó la bendición de los animales y el reparto de los enormes pasteles de confitura de calabaza que prepararon los mayorales en el horno del pueblo. A continuación fue el momento en el que los mayorales se vistieron con la indumentaria tradicional para danzar el Ball Pla, interpretado por dulzaineros y tamborileros.

Bailado el Ball Pla Sant Antoni y los diablicos desfilaron en torno a la hoguera para luego introducirse en la barraca y dar paso al momento en el que los mayorales prendieron la monumental barraca que quemó sin incidencias, bajo la atenta mirada de los bomberos. En una noche invernal pero plácida Portell mantuvo viva la tradición de la fiesta del fuego.