Pero no todo son castillos y templarios. En Portell fueron emprendedores y lo siguen siendo. Una muestra es el museo textil con el legado de Luisa Camañes. Los «faixeros» de Portell recorrieron media España con sus fajas enrolladas y colgadas. En Portell se respira historia y prehistoria. Justo en los bajos del Ayuntamiento el museo de dinosaurios nos lleva a hace 120 millones de años. Las tierras de Portell esconden infinidad de huesos de nuestros gigantescos antepasados.

No sólo el pueblo tiene encanto. El entorno es exhuberante y espectacular. Lo recorren los peregrinos de Portell, que cada año visten camisa blanca, sombrero, rosario, bastón y capa para rememorar una tradición que se remonta a hace más de cinco siglos. Es una de las peregrinaciones más místicas y mejor conservadas del interior de Castellón. En su camino atraviesan el paraje natural municipal de la Rambla Cellumbres. Superan el barranco gracias al puente medieval que ha visto las crecidas de un cauce que lleva sus aguas al Ebro. En el mismo barranco, río arriba, las pinturas rupestres del Mas de la Rambla nos muestran cómo habitamos las cuevas. En la mesa del hostal pan del horno del pueblo, cocina casera y trufa autóctona, crecida en las raíces de las encinas. Portell no es el camino más recto, pero si un buen y diferente camino.